Carlos López: “América Latina y el Caribe es una gran nación deshecha”
En el marco de la actual crisis de la UNASUR,
Contexto dialogó con el director del Observatorio Parlamentario y Electoral
para la Integración Regional del Bloque FpV-PJ de la Cámara de Diputados de la
Nación. El dirigente analizó el pasado, presente y futuro de un organismo
fundamental para la consolidación democrática, la defensa de la soberanía y la
integración regional.
Por
Héctor Bernardo
-
Ago 1,
2018
En el marco del proceso de desintegración regional
impulsado por Washington y ejecutado por los gobiernos neoliberales del Cono Sur,
tras el vaciamiento de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños
(CELAC) y la reformulación de la lógica del Mercado Común del Sur (MERCOSUR),
todos los cañones parecen apuntar a la Unión de Naciones Suramericanas
(UNASUR).
Sin dudas, UNASUR fue el más
fructífero de todos los espacios de integración regional. Allí se logró
articular los diversos intereses de doce países de la región. Un espacio en el
que lograron convivir en armonía proyectos tan distintos como el del mandatario
colombiano Álvaro Uribe Vélez y el del presidente venezolano Hugo Chávez Frías,
o el del chileno Sebastián Piñera y el del líder del Estado Plurinacional de
Bolivia, Evo Morales Ayma.
En 2010, UNASUR logró frenar el
intento de golpe de Estado contra el presidente de Ecuador, Rafael Correa, y
evitó un conflicto bélico entre Colombia y Venezuela. Los aportes a la
integración fueron numerosos y significativos.
La asunción de los gobiernos
neoliberales de Mauricio Macri en Argentina y del golpista Michel Temer en
Brasil representaron un duro golpe para ese proyecto integrador. Alineados a
los intereses de Estados Unidos, comenzaron con claras políticas de vaciamiento
y boicot del organismo.
Durante la Presidencia Pro
Tempore (PPT) de Mauricio Macri en 2017-2018, intentó desactivar su
funcionamiento y no convocó a ninguna reunión (a pesar de los graves hechos
vividos en la democracia brasileña, entre los que se destacan la agresión
armada contra la caravana en que viajaban los expresidentes Dilma Rousseff y
Lula Da Silva, el asesinato de la concejala Marielle Franco, la intervención
militar de Rio de Janeiro y el encarcelamiento del expresidente Lula).
Inmediatamente que el líder
boliviano Evo Morales asumió la Presidencia Pro Tempore en reemplazo del
mandatario argentino, en abril de 2018, Argentina, Brasil, Colombia, Chile,
Paraguay y Perú, anunciaron que suspendía su participación en ese espacio por
tiempo indeterminado.
Si bien los otros seis países que
la integran (Bolivia, Ecuador, Guyana, Venezuela, Uruguay y Surinam) anunciaron
que permanecerán en el bloque, luego de reunirse con el vicepresidente
norteamericano Mike Pence, el mandatario Lenín Moreno anunció que le pedirá a
la UNASUR que le devuelva el edificio que el Estado ecuatoriano había cedido al
organismo para su funcionamiento (y en el que hay una estatua del expresidente
argentino Néstor Kirchner, en homenaje por haber sido el primer secretario
general). Moreno aseguró que UNASUR “fue una buena idea que lastimosamente, por
fallas humanas e ideológicas, no se ha cristalizado”.
También tras una reunión con Mike
Pence, el presidente electo de Colombia, el uribista Iván Duque, anunció que su
país se retirará definitivamente del organismo.
En este marco, y para comprender
la importancia del organismo, Contexto dialogó con el
director del Observatorio Parlamentario y Electoral para la Integración
Regional del Bloque del Frente para la Victoria-Partido Justicialista (FpV-PJ)
de la Cámara Diputados de la Nación Argentina, Carlos López. El dirigente
analizó el pasado, presente y futuro de la UNASUR, un organismo fundamental
para la consolidación democrática, la defensa de la soberanía y la integración
regional.
López aseguró que “América Latina
y el Caribe no es una sumatoria de naciones, es una gran nación deshecha. Se ha
caracterizado por estar desmembrada y desunida desde los tiempos de las
colonias imperiales de España y Portugal, después con el imperialismo británico
y más adelante con la política imperial de los Estados Unidos. Los Estados de
América Latina comparten períodos históricos similares: conquista, colonización
e independencia. Luego de ellas, la mayoría de los países tuvieron
inestabilidad política que terminó en gobiernos autoritarios de tendencia
conservadora, y luego se impusieron gobiernos liberales”.
“América Latina es el área
geográfica del mundo donde Estados Unidos ha impuesto el sistema más desigual
del planeta, disfrutando de sus riquezas, obteniendo materias primas baratas,
comprando a precio vil respecto del producto final dichos insumos, imponiendo
sus mercaderías, y, en el aspecto financiero, siendo el depositante de su oro y
de sus monedas que son invertidos, mayormente, en fondos de compañías
norteamericanas”, sostuvo.
El dirigente remarcó que “el fin
de la noche neoliberal, con la degradación de nuestras sociedades, alumbró una
serie de líderes populares que comenzaron a impulsar gobiernos que se
identificaban con los valores, creencias y saberes de sus pueblos, que
decidieron preservar los principios y las convicciones que los pueblos veían en
ellos y por los que habían surgido como sus genuinos representantes”.
“El destino de la Argentina está
enlazado con el de los hermanos países latinoamericanos. Esa certeza,
compartida por Néstor y Cristina Kirchner, convirtió, a partir de 2003, a la
integración regional en una política de Estado. Dejando atrás las relaciones
carnales con los Estados Unidos, se impulsó un proceso de vinculación y
complementariedad en diferentes planos con los países de la región,
destacándose la cooperación económica y comercial, un accionar diplomático en
bloque y la promoción de un sentimiento de pertenencia suramericano
fundamentado en nuestra historia y cultura compartida”, amplió.
“Este renacer del proyecto de los
patriotas de nuestra independencia tuvo como hito fundamental el NO AL ALCA,
punto de inflexión a partir del cual se impulsó un proceso de integración
autónomo. La UNASUR y la CELAC fueron el resultado de este cambio de época.
Fueron estas instituciones regionales las que permitieron resguardar los
gobiernos democráticos, dirimir conflictos entre países de la región sin
injerencia extranjera y presentar posicionamientos propios ante el resto del
mundo. Estos organismos fueron la materialización del nuevo rumbo que, junto a
gobiernos hermanos, habíamos emprendido: la construcción de una Patria Grande
justa, democrática y en paz como horizonte”, aseguró.
Luego agregó: “En mayo de 2008 se
impulsó el Tratado Constitutivo de la Unión de Naciones Suramericanas con el
objetivo de generar un ámbito político para alcanzar consensos entre los doce
países de América del Sur. Desde entonces, la UNASUR se constituyó en la
instancia fundamental para la defensa de los gobiernos democráticos ante
situaciones de desestabilización o intentos de golpes de Estado y la resolución
de conflictos diplomáticos entre países miembros sin intervención de organismos
o países extranjeros. En diciembre de 2014, la UNASUR inauguró su sede
permanente ubicada en la ciudad de Quito, Ecuador, la cual lleva el nombre de
Néstor C. Kirchner, en conmemoración de quien fue el primer secretario general
del organismo, o, como eligió definirlo el presidente boliviano Evo Morales, el
‘primer presidente de Suramérica’”.
López señaló que “la actual
situación caracterizada por el advenimiento, nuevamente, de administraciones
conservadoras en lo político y liberales en la economía, de total sumisión a
los organismos internacionales financieros y a los dictados del gobierno de
Estados Unidos, lleva a los actuales gobernantes de varios países de la región
a minimizar los alcances logrados en UNASUR y reorientar las políticas
internacionales buscando tratados de libre comercio con la Unión Europea, el
sudeste asiático, la región del Pacífico, dinamitando los puentes solidarios
que fueron construyendo Lula da Silva, Néstor Kirchner, Hugo Chávez, Rafael
Correa, Dilma Rousseff y Cristina Kirchner. Perduran y persisten Nicolás Maduro
y Evo Morales”.
“Como mensaje esperanzador, son
oportunas las reflexiones del vicepresidente del Estado Plurinacional de
Bolivia, Álvaro García Linera, cuando plantea que ‘las transformaciones se dan
por oleadas, no por ciclos. Cuando tú hablas de ciclo, significa que todo tiene
un inicio, una estabilización y un fin. Es algo natural, como la ley de la
gravedad. Hagas lo que hagas, protestes o te movilices, así será de aquí a
cincuenta años, cuando venga otro ciclo. Esta es una mirada que le arrebata el
protagonismo al ser humano, que olvida el papel de la subjetividad colectiva en
la construcción de los hechos sociales. Es falsa. Es la misma lógica del fin de
la historia de Fukuyama. Habían desaparecido las clases, todos éramos
emprendedores y había que alinearse detrás de lo que ya era la culminación del
desarrollo humano. Resulta que no fue así. Aparecieron por todos lados clases
sociales, luchas, organizaciones, jóvenes, gente que tomaba las plazas por
asalto y después los palacios por asalto”, relató.
“Frente a eso, lo que
reivindicamos es la lógica de los flujos, las oleadas, que es un poco la
experiencia que uno adquiere en la vida. Las transformaciones se dan por
oleadas. La gente se articula, se unifica, crea sentido común, tiene ideas
fuerza, se convierte en ser universal, es decir, ser que pelea por todos. Logra
derechos, acuerdos, Estado, política. ¿Cuándo será ese flujo? No lo sabemos. No
está definido por una ley sociológica’. Creo que estamos en el comienzo de un
nuevo flujo, que más temprano que tarde se volverán a dar las condiciones para
que líderes populares retomen nuevamente el rumbo por el cual fue creado la
UNASUR”, concluyó el dirigente.
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