lunes, 14 de mayo de 2018

Acuerdo UE-Mercosur: Impactos en el desarrollo industrial local



Europa-Mercosur: Comercio para pocos

Organizaciones sociales, sindicales y académicas advierten sobre los riesgos para el desarrollo industrial y las pymes de los países del Mercosur que tendría el acuerdo de libre comercio con la Unión Europea, que continúa negociándose entre ambos bloques. Los sectores que podrían ser más afectados y qué podría implicar en pérdida de puestos de trabajo.

Por Vanina Lombardi

Agencia TSS – La última ronda de negociaciones por el Tratado de Libre Comercio (TLC) entre el Mercosur y la Unión Europea (UE), que se realizó a fines de abril en Bruselas, Bélgica, cerró nuevamente sin llegar a un acuerdo entre las partes. Tampoco se acordó cuál será la próxima fecha para continuar el diálogo.

Quienes sí están de acuerdo son los representantes sindicales, académicos y de la sociedad civil, preocupados por los posibles impactos negativos que este tratado puede tener sobre los distintos sectores productivos de la región, por la falta de transparencia y de participación en el proceso de negociación, por la desigualdad entre las partes que están negociando y por el contexto político en el que se está desarrollando.

“Nos preocupa el estado actual de la negociación, el conocimiento de lo que está pasando y la participación de los potenciales afectados de esas negociaciones”, afirmó Adrian Makuc, secretario de la Unión Industrial Argentina (UIA) y profesor en la Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF), en un encuentro de reflexión y debate sobre este acuerdo organizado por la Fundación Friedrich Ebert en Buenos Aires, días después de que se cerrara la última roda de negociaciones.

El acuerdo marco para el desarrollo de este tratado se firmó en el año 1995, en Madrid. Desde entonces, los negociadores no logran ponerse de acuerdo. “Desde que se lanzó la negociación hay un desequilibrio entre la Unión Europea desarrollada y el Mercosur en desarrollo, que juega en contra del Mercosur porque nunca se le reconoció la capacidad de recibir un trato diferenciado en la negociación”, recordó Makuc, que fue uno de los negociadores y se desempeñó durante 16 años como director de política comercial de la Secretaría de Comercio Exterior de la Nación. “Los funcionarios que representan a los países del sur no son estables como los de la Unión Europea y eso es un desequilibrio serio”, agregó el especialista.

En Europa los agricultores también se han manifestado en contra del acuerdo debido al impacto que podría tener en su actividad.

Hoy, abrirse al mundo a través de un tratado de libre comercio (TLC) con la Unión Europea significaría cerrar oportunidades hacia el interior de los países del Mercosur, ya que pondría en riesgo cuestiones centrales para el desarrollo y la soberanía, como el acceso a la salud, la alimentación y el empleo. Según un documento elaborado por la Asamblea Argentina mejor sin TLC, por ejemplo, se estima que se podrían perder 186.000 puestos de trabajo industriales en la Argentina, y que las empresas nacionales de sectores “sensibles”, como textiles, juguetes, marroquinería y muebles, se verían seriamente afectadas por el incremento en las importaciones. Además, se advierte que también está en riesgo el empleo industrial en sectores de larga trayectoria en la Argentina, como metalmecánica y el complejo automotor (uno de los más relevantes en el intercambio comercial entre la Argentina y su principal socio en la región: Brasil).

“No es un tratado de libre comercio, es un tratado que regula todo. La Unión Europea sabe que nuestros gobernantes necesitan la foto con la firma, pero por una cuestión de imagen y porque los gobiernos de Argentina y Brasil en particular necesitan mostrar que ingresan al mundo, como si se hubieran ido”, comentó Marita González, representante de la Confederacion General del Trabajo (CGT) e investigadora de la Universidad de Buenos Aires (UBA). González se refirió a algunos de los aspectos más conflictivos de esta negociación, como el de las compras gubernamentales, “porque no solo alcanzaría a las obras nacionales sino también a nivel provincial, lo que afectaría a las empresas que mueven las economías  regionales”. Se refiere a una de las cláusulas que la Unión Europea pretende incluir en el acuerdo, que habilitaría a empresas de aquella región a participar en licitaciones públicas en el Mercosur sin la posibilidad de que los países puedan establecer algún tipo de preferencia, ni siquiera en igualdad de ofertas, para las empresas locales.

“Nos preocupa ser convidados de piedra de esta negociación”, sostuvo Emilio Katz, vicepresidente de la Asamblea de Pequeños y Medianos Empresarios(APYME), y advirtió sobre la situación crítica del sector que representa, que en los dos últimos años y medio ha registrado al menos 7.000 pymes cerradas y otras 250.000 embargadas, lo que les impide solicitar créditos para continuar con sus actividades. “Cuando nos plantean que las pymes tienen que reconvertirse, pienso en el 80% de la mano de obra empleada y que se ha ido formando dentro de ellas. ¿En qué se va a reconvertir un empresario argentino que hace 50 años tiene su empresa y le cierran toda posibilidad a futuro?”, cuestionó el especialista y criticó la desvalorización de las capacidades de los sectores científicos y técnicos locales, como los despidos a trabajadores del INTI.

Aumentar la exportación de carne a Europa es uno de los objetivos del Mercosur en las negociaciones con la UE.

Otra de las cláusulas cuestionadas en este acuerdo se vincula con los componentes locales o nacionales que debe incluir un producto para ser considerado como tal. Esto podría afectar a distintos sectores productivos, ya que las regulaciones europeas son menos exigentes que las del Mercosur. “Solicitamos que se mantenga la posición a nivel Mercosur, de un contenido de 60% de componentes locales”, afirmó María Victoria Vidal, de la Asociación de Industriales Metalúrgicos de la República Argentina (ADIMRA), y explicó que la UE solo exige un 4% de componentes locales y “esta pidiendo flexibilizar el contenido de origen, lo que nos preocupa desde el sector metalúrgico, que está compuesto por 24.000 pymes, ya que si bien puede venir una máquina de Europa, esta podría tener gran parte de componentes del sudeste asiático”.

Algo similar podría ocurrir en el sector textil. “En un mundo adonde todos tienen necesidad de vender, nadie quiere comprar y cada uno defiende su mercado, ¿quién nos asegura que el zapato que  hoy compra nuestra clase media alta como fabricado en Italia no ha sido fabricado en Vietnam?”, advirtió Raúl Hutin, de la Central de Entidades Empresarias Nacionales (CEEN) y de la Fundación Pro Tejer, una asociación que representa a alrededor de 450.000 personas que trabajan en el sector textil, desde la explotación del algodón hasta la confección de la prenda, y advirtió: “Todos sabemos cuál es la diferencia de salario e impuestos que tenemos con el sudeste asiático. ¿Eso es lo que pretendemos para nuestra sociedad”, preguntó.

La navegación de los ríos Paraná y Paraguay es otra de las preocupaciones clave que plantea este acuerdo. “Nos remite casi al siglo XIX. El transporte fluvial tiene ventajas enormes frente al ferrocarril y al transporte de cargas. La explosión agrícola que hubo en el Mato Grosso do Sul baja por el río. En la época de Menem, en los años noventa, se abrió la exportación de remolques de empuje y barcazas usadas en el río Misisipi y, de repente, todos lo astilleros que construían barcazas en la Argentina quedaron desamantelados”, recordó el doctor en Ciencias Jurídicas y Sociales José Amiune, y agregó que en Europa hay tres cuencas interconectadas, las de los ríos Danubio, Rin y Mosela, por las cuales circula una flota que también se renueva periódicamente. “Es claro que quieren ubicar el material de esos ríos acá. Hoy, la empresa más grande que circula en el Paraná es de Estados Unidos y es la única que lleva bandera argentina”, se lamentó.

Las cláusulas vinculadas con las indicaciones geográficas son otra preocupación, ya que otorgarían exclusividad en el uso del nombre (similar a una marca) y que se extendería a un listado de más de 300 productos presentados por la UE con denominación de origen, entre los cuales figuran una amplia variedad de quesos fabricados y consumidos en el país desde hace mucho tiempo, como fontina, parmesano, reggiano, provolone, gouda y muzzarella; y con los aspectos de propiedad intelectual que la UE pretende sumar al acuerdo y que podría afectar a distintos sectores, como el agrario (a través de las patentes para las semillas, por ejemplo, lo que en la Argentina chocaría con la ley de semillas actual) y el de producción de medicamentos. “La Unión Europea rompe con lo que dice la OMC sobre este tema: para la Argentina significaría trabas para que los 140 laboratorios locales puedan producir genéricos. Nuestro sistema de salud atraviesa una fuerte crisis financiera vinculada con los tratamientos de larga duración, como diabetes, reuma y cáncer, que hoy son tratables pero costosos”, afirmó González.  Y advirtió: “Nuestras leyes garantizan el acceso, pero, ¿qué pasaría si tener que comprar medicamentos de mayor costo vuelven imposible su gratuidad?”.

10 may 2018

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