Origen y desenlace
Por
Carlos López López*
Para pensar la actual situación de
Brasil debemos
considerar los hechos que llevaron a la ilegal destitución de Dilma Rousseff y
acto seguido la trama judicial que llevó, sin pruebas, al encarcelamiento de
Luis Ignacio Lula Da Silva y su condena; no por pruebas sino por la “íntima convicción”
del Juez Sergio Moro.
Algunos
de los líderes o lideresas, nacionales y populares, no lograron que en
Sudamérica determinadas políticas de gobierno se institucionalizaran como
políticas de Estado, y quedaran así “blindadas” ante la irrupción de gobiernos
de derecha, neoliberales, que en su concepción y en su acción tratan de limitar
derechos adquiridos de los sectores más desprotegidos.
Este
punto de partida podemos observarlo en la reelección de la Presidenta Dilma, a
partir de aliarse o apoyarse con adversarios que luego conspirarían contra su
gobierno. Con políticas de ajustes contrarias a los programas del Partido de
los Trabajadores, lo que derivó en desconcierto de las bases del PT, desmovilización
y no acompañamiento. Que obviamente fue interpretado por la derecha para poder
consumar el impeachment y destituirla
sin condena ni causa.
Cuando
Lula va al sindicato metalúrgico a esperar a los que lo iban a encarcelar, solo
logró que 15 mil petistas estuvieran acompañándolo. Ese grado de
desmovilización llevó al candidato presidencial a resignarse a estar
injustamente preso y condenado en primera instancia.
Lula
venía planteando la importancia de la figura de Fernando Haddad, que, con el
explícito apoyo suyo, pasó de medir en las encuestas del 4 % de intención de
votos a la actual diferencia con el candidato de extrema derecha, el capitán
Bolsonaro. Presentado así, se llegará a la instancia de segunda vuelta el 28 de
octubre. Todo hace presumir que la dupla del PT y sus aliados va a triunfar. Ahora
bien, la pregunta es ¿para qué? Este desenlace trae aparejado el desafío que
los compañeros tienen de impulsar políticas de desarrollo y justicia social, de
reconvocar a las bases militantes, no sólo por las redes sociales, es decir
deben tener un sistema comunicacional apto para este mundo y sus crisis, que
seguirán por años. Cabe mencionar qué errores cometidos llevaron al PT a perder
en el 2016 el 61% de todas las alcaldías que gobernaban y que paradójicamente
en ese año la candidatura presidencial de Lula crecía exponencialmente. Las
bases militantes y el pueblo sólo confiaban en su líder. Se hace necesario que
el pueblo brasileño se vuelva a enamorar de un proyecto colectivo que traerá
bienestar para todos y todas.
Obviamente
el triunfo de PT, su líder Lula, y su candidato Haddad es una bocanada de aire
puro para la región. Siempre partimos que ningún país se salva solo, ni Brasil.
Es por ello que la integración regional deberá ser una prioridad, ya que
vislumbramos una nueva oportunidad histórica para Brasil y la región toda.
*Militante
nacional y popular. Director OPEIR (Observatorio Parlamentario y Electoral para
la Integración Regional). Bloque Frente para la Victoria-PJ. Cámara de
Diputados de la Nación.
---
Columna publicada en la revista semanal Contraeditorial, Año 2, nro. 27, viernes 5 de octubre de 2018.
No hay comentarios:
Publicar un comentario