lunes, 8 de octubre de 2018

Carlos López López sobre la situación pre-electoral de Brasil


Origen y desenlace

Por Carlos López López*

Para pensar la actual situación de Brasil debemos considerar los hechos que llevaron a la ilegal destitución de Dilma Rousseff y acto seguido la trama judicial que llevó, sin pruebas, al encarcelamiento de Luis Ignacio Lula Da Silva y su condena; no por pruebas sino por la “íntima convicción” del Juez Sergio Moro.

Algunos de los líderes o lideresas, nacionales y populares, no lograron que en Sudamérica determinadas políticas de gobierno se institucionalizaran como políticas de Estado, y quedaran así “blindadas” ante la irrupción de gobiernos de derecha, neoliberales, que en su concepción y en su acción tratan de limitar derechos adquiridos de los sectores más desprotegidos.

Este punto de partida podemos observarlo en la reelección de la Presidenta Dilma, a partir de aliarse o apoyarse con adversarios que luego conspirarían contra su gobierno. Con políticas de ajustes contrarias a los programas del Partido de los Trabajadores, lo que derivó en desconcierto de las bases del PT, desmovilización y no acompañamiento. Que obviamente fue interpretado por la derecha para poder consumar el impeachment y destituirla sin condena ni causa.

Cuando Lula va al sindicato metalúrgico a esperar a los que lo iban a encarcelar, solo logró que 15 mil petistas estuvieran acompañándolo. Ese grado de desmovilización llevó al candidato presidencial a resignarse a estar injustamente preso y condenado en primera instancia.

Lula venía planteando la importancia de la figura de Fernando Haddad, que, con el explícito apoyo suyo, pasó de medir en las encuestas del 4 % de intención de votos a la actual diferencia con el candidato de extrema derecha, el capitán Bolsonaro. Presentado así, se llegará a la instancia de segunda vuelta el 28 de octubre. Todo hace presumir que la dupla del PT y sus aliados va a triunfar. Ahora bien, la pregunta es ¿para qué? Este desenlace trae aparejado el desafío que los compañeros tienen de impulsar políticas de desarrollo y justicia social, de reconvocar a las bases militantes, no sólo por las redes sociales, es decir deben tener un sistema comunicacional apto para este mundo y sus crisis, que seguirán por años. Cabe mencionar qué errores cometidos llevaron al PT a perder en el 2016 el 61% de todas las alcaldías que gobernaban y que paradójicamente en ese año la candidatura presidencial de Lula crecía exponencialmente. Las bases militantes y el pueblo sólo confiaban en su líder. Se hace necesario que el pueblo brasileño se vuelva a enamorar de un proyecto colectivo que traerá bienestar para todos y todas.

Obviamente el triunfo de PT, su líder Lula, y su candidato Haddad es una bocanada de aire puro para la región. Siempre partimos que ningún país se salva solo, ni Brasil. Es por ello que la integración regional deberá ser una prioridad, ya que vislumbramos una nueva oportunidad histórica para Brasil y la región toda.

*Militante nacional y popular. Director OPEIR (Observatorio Parlamentario y Electoral para la Integración Regional). Bloque Frente para la Victoria-PJ. Cámara de Diputados de la Nación.

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Columna publicada en la revista semanal Contraeditorial, Año 2, nro. 27, viernes 5 de octubre de 2018.


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