Los desafíos de Manuel López Obrador y
el Morena
El nuevo presidente representa la
esperanza del pueblo mexicano, pero también de toda América Latina, hoy
territorio en disputa con las derechas.
Por Carlos López López*
La eleccion en México de Andrés Manuel
López Obrador (AMLO) el pasado 1 de julio, nos demuestra que posiciones políticas
consecuentes pueden llegar a ganar elecciones de modo tan contundente que no
pudieron instrumentar fraude, como ya lo habian hecho en comicios anteriores.
El desafío que tiene el futuro gobierno de
MORENA (Movimento de Regeneración Nacional) y sus aliados es demostrar, en la
práctica, que surge de un movimiento nacional de raigambre popular. Deberá
romper con la lógica de que es “populista” en el sentido peyorativo del
concepto; es decir, que se comportará “demagógicamente” con las demandas de la
sociedad mexicana. Los sectores de derecha afirman que un presidente es “demagogo”
si inclina el fiel de la balanza en una más justa distribución de los bienes.
El caudal de votos, la alegría clara y
templada del pueblo mexicano, es el fundamento del respaldo hacia López Obrador
y la alianza electoral “Juntos haremos historia”. Bien, de eso se trata, de
hacer historia.
El programa de gobierno del presidente electo
ha puesto en jaque a las burocracias estatales instaladas en los gobiernos del
PRI, del PAN y del PRD que siempre trataron y tratarán de que nada cambie.
Estas ideas también anidan en algún sector del MORENA, sobre todo de aquellos
que han arribado al movimiento al calor de las elecciones, que se inclinan por
donde “calienta el sol”.
La desbandada de las viejas estructuras
fue de tipo camaleónico que opta por integrarse a MORENA. Por eso se debió
suspender temporalmente la afiliación a dicho partido: para evitar la avalancha
de posibles partidarios que no estaban imbuidos de los principios expuestos por
López Obrador, que como recordamos son: “no robar, no mentir, no traicionar al
pueblo”. Esperemos que estos arribistas no neutralicen el plan trabajado por
AMLO y sus asesores para transformar la realidad que hoy vive México.
“AMLO debe ser el contrapeso diplomático e
ideológico de la derecha continental más anacrónica y reaccionaria”.
Cabe senalar que, con la conducción de
Rafael Barajas, alias “el fisgón”, que es un caricaturista, pintor, escritor y
militante del MORENA, ha quedado constituida la escuela de formación de
cuadros, siempre necesaria, pero ahora a las vísperas de ejercer el gobierno
resulta más imprescindible instrumentar. Bien vale recordar que MORENA fue
creado, hace pocos años, como asociación civil en el 2011, para quedar registrado
como partido político con personería jurídica en el 2014.
La moral del pueblo mexicano se muestra
vigorosa en el respaldo a López Obrador, este sentimiento esperamos interpele a
los movimientos políticos y sociales de toda Latinoamérica, donde nuevamente líderes
y lideresas políticas puedan ser futuros gobernantes de esos países, hoy
acechados por el fascismo y la derecha que se ha encaramado en el poder para
beneficio de los intereses de unos pocos muy ricos. La continuidad y hegemonía
del neoliberalismo en México se ve afectada por la presencia de MORENA, es más,
creemos que esto incidirá en la región y será un faro para observar desde todo
el mundo.
Es útil recordar algunas de las propuestas
del Plan propuesto por MORENA, para el próximo gobierno:
* El Nuevo Gobierno Democrático propone
establecer una política exterior de Estado que cuente con el apoyo de los
diferentes poderes de la Unión y sociedad civil, basada en lo suscripto en el
Artículo 89 de la Constitución.
* Los objetivos regionales estarán orientados
respecto a las relaciones bilaterales con América del Norte, América Latina y
el Caribe, Europa, Asia, Medio Oriente y África.
* En lo que respecta a América del
Norte, se propone un nuevo diálogo en defensa de los mexicanos y una cooperación
en pro del desarrollo. Entre los temas principales se encuentra la defensa de
la Soberanía Nacional, el Tratado de Libre Comercio, Seguridad Nacional y combate
al crimen organizado.
* Se propone actuar coordinadamente con
otros países latinoamericanos en el marco de la Comunidad de Estados
Latinoamericanos y Caribeños —CELAC—, con la Unión Europea y con el sistema de
Naciones Unidas.
* La política multilateral del Nuevo
Gobierno Democrático estará basada en la Agenda 2030 y sus 17 Objetivos de
Desarrollo Sostenible, con una visión de cooperación internacional, y énfasis en
el desarrollo y la seguridad humana.
* México continuará participando en las
operaciones de la Organización de las Naciones Unidas para mantener la paz
mundial. Asimismo, mantendrá su candidatura para ocupar un puesto no permanente
en el Consejo de Seguridad de la ONU en el periodo 2020-2021.
* La promoción y protección de los
derechos humanos en México y en el mundo será uno de los hilos conductores de
la política exterior del gobierno.
* En materia del combate al cambio
climático y la preservación de la biodiversidad, se mantiene firme el compromiso
con el cumplimiento del Acuerdo de París, tanto a nivel nacional como global.
* El inicio del próximo gobierno
coincidirá con la conclusión de las negociaciones en el marco de Naciones Unidas,
con el fin de lograr un Pacto Global para una Migración segura, ordenada y
regular.
Se fortalecerá el papel de la SRE como
coordinadora de la acción de México en el exterior. Se nombrará a los
funcionarios capaces al frente de las embajadas y consulados, y se alentará la formación
y capacitación constantes.
López Obrador se perfila no sólo como
gobernante sino como un líder en México y, tal vez, si así lo decide, en América
Latina y el mundo. Puede llenar el vacío de poder que vive la región, al
promover una agenda de justicia social, distribución de la riqueza, combate a
la pobreza y mejores términos de negociación con Estados Unidos y otras potencias, temas, todos ellos, que importan
a las naciones latinoamericanas. López Obrador también ha afirmado que la mejor
política exterior es la política nacional, esto es, lo que se hace dentro del país.
Ha sugerido poner orden interno para que México pueda tener una cabal
proyección global.
Por primera vez también, el presidente
electo mexicano no visitó Washington de inmediato para rendir pleitesía al
gobierno de ese país y a las instituciones financieras internacionales que
funcionan en la capital imperial, como era la costumbre en el pasado. Al
contrario, fue el gobierno de Trump quien solicitó una reunión y envió el 13 de
julio pasado, al secretario de Estado Mike Pompeo, que fue a Ciudad de México a
reunirse con el mandatario electo.
Pero el mayor esfuerzo del nuevo
presidente se orientará a buscar la solución del conflicto interno del país, a
partir del reforzamiento de un sistema de administración de justicia que aporte
estabilidad a la gestión de gobierno, con el criterio de que la “mejor política
exterior es una buena política interior”, abocarse a la lucha contra la corrupción
y la impunidad.
Con relación a América Latina y el
Caribe, es probable que México retome los tradicionales lazos de amistad y cooperación
abandonados durante los gobiernos de Fox, Calderón y Pena Nieto, e incluso se
le dé un carácter prioritario buscando establecer programas de largo plazo,
desarrollando políticas conjuntas ante problemas comunes como seguridad,
combate de hechos ilícitos y congruencia en el trato a los migrantes.
En la medida que México vaya resolviendo
sus problemas internos referidos a la violencia y el narcotráfico, podrá
recobrar su presencia tradicional en el mundo y en los entes multilaterales,
recuperando su aporte a la solución de los problemas globales en temas como pobreza,
migración, calentamiento global, discriminación, derechos humanos, combate a
las epidemias, seguridad colectiva, armamentismo y lucha por la paz. Por lo que
se sabe México está optando por un puesto no permanente en el Consejo de Seguridad,
en el periodo 2020-2021, para lo cual, esperemos, tendrá el apoyo unánime de
América Latina y el Caribe.
Ha expresado López Obrador: “Seremos
fieles a nuestra tradición de política exterior fincada en el respeto, la
amistad, la paz y la cooperación entre los pueblos y gobiernos del mundo”. Cabe
señalar que el 23 de agosto se realizó una reunión en las oficinas que ocupa López
Obrador, con embajadores de Centro, Sudamérica y el Caribe, con el objeto de
delinear las relaciones y el interés del próximo gobierno en la región.
En los años de apogeo del nacionalismo
revolucionario, México desplegó una política exterior muy activa en América
Latina: respaldo el Movimiento de los No Alineados durante la Guerra Fría,
impulso la Carta de Derechos y Deberes Económicos de los Estados en las
Naciones Unidas, recibió a miles de exiliados de las dictaduras militares del
Cono Sur, respaldo a Salvador Allende en Chile, a Fidel Castro en Cuba, a Omar
Torrijos en Panamá y a los sandinistas en Nicaragua y contribuyo a negociar la
paz en Centroamérica por medio del Grupo Contadora. Por lo tanto, si es fiel a
esa tradición, López Obrador podría optar por participar en los debates
regionales sobre las crisis del continente.
“Romper con la lógica del individualismo y
fomentar la cultura del trabajo serán metas a cumplir”.
La recuperación política de la derecha
en los últimos años, con los triunfos electorales de Mauricio Macri en
Argentina, Sebastián Piñera en Chile e Iván Duque en Colombia, que podría lograr
su impulso definitivo con la llegada de Jair Bolsonaro a la presidencia de
Brasil, complicará aún más el entramado regional. Si esa derecha —que
especialmente en Brasil es más neoconservadora que neoliberal— logra hacer
alianza con el presidente estadounidense Donald Trump, impulsará una agenda
latinoamericana, donde el papel de México en la región podría verse doblemente amenazado:
como socio de Estados Unidos y Canadá y como agente de equilibrio en America
Latina. Con ese efecto de contrapeso a una hegemonía continental de la derecha
López Obrador corre el riesgo de quedar entrampado en falsas disyuntivas.
Concluyendo, López Obrador, como
mandatario democrático de izquierda, debe ser el contrapeso diplomático e ideológico
de la derecha continental más anacrónica y reaccionaria. En el caso de que se conforme
dicho bloque de derecha latinoamericana en alianza con Estados Unidos es muy
probable que se decida incrementar la presión sobre los regímenes de izquierda en
Cuba, Venezuela y Nicaragua, al punto de contemplar “intervenciones humanitarias”.
En ese escenario, México seguramente se opondrá.
Debemos reiterar el sustento de AMLO
sobre una política interior sólida que atienda primero a sus compatriotas,
generara prestigio y reconocimiento a la política exterior de México. Las
grandes coordenadas a decir de AMLO en materia internacional, serán: abarcar un
mayor espectro de naciones, la defensa del interés nacional, así como los
acercamientos clave en la actual coyuntura política. Sosteniendo que la política
exterior de su gobierno abarcara más territorios y no sólo una relación bilateral
con Estados Unidos.
El desafío recién comienza, o profundizamos
los derechos de la población o seguimos respaldando los intereses de la oligarquía
nativa y las corporaciones transnacionales. Romper con la lógica del
individualismo y fomentar la cultura del trabajo serán metas a cumplir.
En toda la región, también en México,
tenemos la disyuntiva de hierro de producir el desarrollo y la inclusión de
amplios sectores que durante décadas han sido los excluidos y perjudicados del
sistema.
Estamos pues en un laberinto a resolver.
De un laberinto se sale por arriba. La frase, muy conocida, expresa la sabiduría
popular de uno de nuestros mejores pensadores. La disyuntiva que tiene MORENA ha
llevado a una encrucijada difícil de resolver.
Poder y corrupción, ¿van unidos? Donde
hay poder existe la posibilidad que la corrupción continúe instalada, y ese
continuar será inversamente proporcional al grado de control que se pudiera ejercer.
Y es de lo que se trata, de instrumentar mecanismos de control para que la corrupción
sea de la mínima existencia y en el mejor de los casos nula.
En varias instituciones que conforman el
Estado Mexicano se han venido sedimentando estratos geológicos de agentes
gubernamentales, que han sido participes de los sucesivos gobiernos. Afinidad ideológica
o de intereses particulares han dado sustento a acciones reñidas con la
democracia, la ética, la protección del bien común, el resguardo de los
intereses nacionales y han dado intervenido en contra de las expectativas
populares.
¿Cómo se sale de este laberinto? Como
corresponde, por arriba impulsado por el resguardo de los intereses de la Nación
y sostenido en la alegría popular. Este es en definitiva el desafío de López
Obrador, su equipo, MORENA y el pueblo todo de México. ◊
*Militante Nacional y Popular, Director
OPEIR (Observatorio Parlamentario y Electoral para la Integración Regional),
Bloque Frente para la Victoria-PJ, Cámara de Diputados de la Nación.
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Columna publicada en la revista semanal Contraeditorial, Año 2, nro. 28, viernes 19 de octubre de 2018.
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