lunes, 18 de junio de 2018

La derecha gana la segunda vuelta en Colombia



Un Duque con olor a café y pólvora para Colombia
Por EMILIANO GUIDO | 18 de junio de 2018

Iván Duque es el nuevo presidente de Colombia. Con el partido Centro Democrático, una fuerza conservadora y tradicional, obtuvo casi el 55% de los votos. A pesar de haber perdido, su oponente, Gustavo Petro, referente de la coalición de izquierda Colombia Humana, creció más en votos que el entrante Jefe de Estado en el segundo tramo electoral. Ese hecho, más el aumento del voto en blanco y de la abstención, evidencian  un triunfo débil que tendrá un fuerte eco regional. El nuevo mandatario promete revisar los acuerdos de paz firmados con las FARC y revitalizar a su país como base de operaciones de la estrategia injerecista del Comando Sur.  A corto plazo, se vislumbra el establecimiento de un corredor Buenos Aires–Bogotá en temas de seguridad y defensa.


El triunfo presidencial del candidato Iván Duque tiene aroma a café y pólvora. Su victoria se asentó principalmente en los departamentos troncales del país, donde su ubica el llamado eje cafetero. Tierras providentes en uno de los bienes exportables más importantes de Colombia; una riqueza natural en manos de pocos, latifundistas nada proclives al cambio, y menos propensos a introducir derechos sociales a favor de los jornaleros que trabajan el grano de café. En esas mismas provincias también había triunfado, sorprendentemente, el No en el plebiscito donde la ciudadanía sentó posición en torno al proceso de diálogo del Palacio Nariño con la guerrilla de las FARC.
Esa negativa de la opinión pública fue el primer paso de una serie de hitos electorales, como el buen desempeño conseguido por el Centro Democrático en la reciente compulsa legislativa, con los que el uribismo fue reconstruyendo su cetro como primer minoría representativa de Colombia. En ese momento, el sorprendente y ajustado rechazo de los colombianos al proceso de paz delineó una grieta que contraponía la postura belicosa del ex presidente Álvaro Uribe -promotor del denominado Plan Colombia, una hoja de ruta antiinsurgente y antinarcótica auspiciada en dólares y bajada de línea por el Pentágono estadounidense- contra el resto de las partidos políticos colombianos.
Con el calendario electoral presidencial en ciernes, Uribe tuvo que acelerar la decisión de a quién dejarle su legado y, viejo zorro de la política, el hombre de probados vínculos con el paramilitarismo tuvo la sagaz visión de colocar un vino nuevo, el espíritu joven del Senador cuarentón Iván Duque, en el odre viejo de la anquilosada maquinaria conservadora colombiana.
El uribismo logró en sus años de oro posicionar a Bogotá como el portaaviones predilecto del Comando Sur en la región. Un tiempo después, ese puente de entendimiento fue desplegado por el gobierno argentino a partir de la profusa gestión de la ministra de Seguridad Patricia Bullrich golpeando las puertas del Pentágono estadounidense. Así llegó el anuncio de la instalación de una Task Force de la DEA en Posadas, el pronto emplazamiento de una base de ayuda humanitaria de los EE.UU. en Neuquén. Evidentemente, el poco atractivo que representa Sudamérica en términos comerciales para la Administración Trump, tiene su contraparte en las posibilidades que le ofrece el Cono Sur al Pentágono como base de operaciones antinarcóticas, antiterroristas y, en caso de retrotraerse los acuerdos de paz alcanzado con la guerrilla del ex comandante Timochenko, también como nodo antiinsurgente. Por ese motivo, el triunfo de Duque, cuya narrativa y mirada del mundo como de la economía es el espejo colombiano donde Cambiemos más se siente representado, tiene olor a café y pólvora. También a revancha.
Duque para principiantes
¿Quién es Iván Duque? ¿Qué sabemos del hombre que reemplazará a Juan Manuel Santos en la presidencia colombiana? Como datos biográficos más relevantes podría señalarse que el entrante mandatario pertenece a una familia de linaje político y que su formación académica, principalmente en economía y diseño de políticas públicas, se dio en los Estados Unidos. País donde trabajó en las oficinas del Banco Interamericano de Desarrollo, una banca multilateral que suele apalancar en la región proyectos de infraestructura pensados para reforzar tanto la exploración como explotación y exportación de recursos naturales como el petróleo, la megaminería o la agroindustria.
Como datos de color podría apuntarse que el niño Duque era un aprendiz de mago y que jugaba a hacer muñequitos. No, replicas de súper héroes, más bien miniaturas de las caciques más fuertes en la casta política local. Al parecer, ni siquiera de pequeño, Duque tuvo apetencias de modificar el status quo.
Desde chiquito sus juegos eran con personajes políticos. A los muñequitos les ponía nombres de políticos, les hacía voces de políticos’, recuerda doña Juliana (por su mamá). Incluso su amigo y gerente de la campaña, Luis Guillermo Echeverri, asegura que ‘Iván se ha preparado toda la vida para ser Presidente’. Desde que Iván Duque era un niño, su papá y su mamá eran muy amigos de la familia de Fabio Echeverri y del expresidente Álvaro Uribe y su esposa. Su papá, que fue ministro de Minas y Registrador Nacional, era su referente y su consejero político. Por eso, uno de los grandes golpes emocionales para Iván Duque fue la muerte de su padre, el 3 de julio del 2016, justo cuando él comenzaba su carrera política como senador del Centro Democrático”, perfila la periodista Marisol Gómez Giraldo en un artículo biográfico del nuevo presidente colombiano publicado días atrás en el influyente diario bogotano El Tiempo.
Reforma impositiva
Uno de los ejes donde se asentó el supuesto cambio programático que introduciría Duque en el Palacio Nariño es el capítulo tributario. El delfín del ex presidente Álvaro Uribe prometió que los colombianos y colombianas pagarían menos impuestos. “Los empresarios saben que vale la pena invertir. Pero, para eso necesitan que se reduzcan las cargas impositivas y contributivas excesivas”, aseguró el ex Senador en una tónica notoriamente libremercadista. Para compensar el jubileo tributario para las grandes empresas, Duque propuso establecer una feria de seis días al año con respecto al cobro del IVA. Esa pequeña amnistía en la recaudación permitiría, según él, que “los comerciantes liquiden inventarios y que los compradores accedan a productos de la canasta básica con precios menores”.
En diálogo con Nuestras Voces, Enrique Daza, investigador del colectivo Justicia Tributaria, estima como demagógica y poco lesiva de los intereses concentrados la propuesta fiscal del nuevo presidente colombiano. “En general, la elite política colombiana considera que las inversiones extranjeras requieren de prerrogativas fiscales. Desde Justicia Tributaria hemos participado de un documento de análisis cuyos números son concluyentes. En los últimos años, de cada peso recibido por el Estado colombiano por parte del sector minero, los distintos holdings que participan de la actividad han recibido cinco pesos vía deducciones fiscales implementadas por el gobierno. En consecuencia, los ciudadanos, y el Estado claro, termina subsidiando, vía devolución de regalías o devolución del IVA, una actividad lesiva del medio ambiente y que tiende a generar un patrón monoeconómico. En total, hemos contabilizado unos cuarenta beneficios impositivos otorgados al sector minero”, advierte Daza.
Por último, Iván Duque ya advirtió que el primer paso fuerte de su gestión se adentrará en revisar el llamado proceso de paz con la guerrilla de las FARC. Un diálogo multiactoral, por la participación de organizaciones de la sociedad civil, que contó con el auspició diplomático de gobiernos de distinto perfil ideológico y comercial: Chile, Noruega, Brasil, Cuba, Venezuela, El Vaticano gracias a la intervención del Papa Francisco, y los Estados Unidos durante la administración de Barack Obama. Es decir, ese entendimiento tuvo un apoyo variopinto porque, por izquierda, el club bolivariano entendió y entiende que no hay margen de acción para la vía insurgente y, desde un punto de vista más pragmático, porque una Colombia pacificada puede dejar lugar a más actividad económica en zonas del interior donde la inversión externa nunca quiso hacer pie por temor a colisionar tanto con el paramilitarismo como con el poder de fuego de las FARC.
Evidentemente, el próximo presidente colombiano Iván Duque, de connotados valores conservadores en la agenda civil y de ímpetu aperturista en lo comercial, estará cruzado en su agenda de gobierno por esos dos vectores: el modernizador, que buscará más libre comercio, y el arcaico, temeroso de la paz y los pequeños cambios. Pero, de fondo, habrá una sola sombra opacando el interior del Palacio Ejecutivo. Porque ayer ganó Iván Duque, pero Álvaro Uribe también.


lunes, 11 de junio de 2018

Importancia de la CELAC en la relación con China



Opinión

Del desinterés a la oportunidad

Por Guillermo Carmona(*)

Días atrás se realizó en la ciudad de Shenzhen, provincia de Cantón, el Segundo Foro China-CELAC de Partidos Políticos. El Partido Comunista Chino fue el anfitrión del encuentro, que congregó a dirigentes de 58 partidos políticos de países de América Latina y el Caribe, representativos de diversas tendencias ideológicas. La Argentina participó con una delegación integrada por un representante del PRO y uno de la UCR –por el oficialismo– y me tocó desde la oposición asumir la representación del Partido Justicialista a pedido de su presidente, el diputado José Luis Gioja.

Desde el lado chino se nos propuso reflexionar e intercambiar experiencias sobre “Reforma, innovación y construcción partidista”. La elección de Shenzhen para tal evento no parece haber sido casual. Los debates sobre las cuestiones partidarias estuvieron complementados con visitas a centros tecnológicos que exhiben el impresionante desarrollo digital, logístico y de servicios que en esa ciudad está desplegando China. Además, las visitas a las ciudades de Zhuhai y Guangzhou nos permitieron conocer el estratégico esquema de articulación entre Cantón, Hong Kong y Macao. La localización de un impresionante polo logístico y tecnológico para América Latina y el Caribe en el corazón de esa articulación (localizado en la ciudad de Hengquin) es un signo de la importancia dada por China a la relación económica, comercial y financiera con los países de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac).

Entre las muchas reflexiones e inquietudes que me despertó la participación en el foro hay dos que considero fundamentales resaltar. La primera se relaciona con la enorme importancia que el proceso de integración regional –hoy maltrecho por el accionar desintegrador de los gobiernos neoliberales de la región– tiene para la inserción internacional de nuestro país. China es ejemplo de uno de los polos de poder mundial que elige relacionarse con los países de América Latina y el Caribe a partir de la valiosa plataforma de integración que representa la Celac. Al respecto, creo que los latinoamericanos y los caribeños aún no dimensionamos la trascendencia estratégica de hacer valer en conjunto el peso actual y potencial que tiene nuestra región para otros países y regiones del mundo.

El gobierno de Mauricio Macri viene demostrando un marcado desinterés por la Celac: no ha participado en las dos cumbres que se realizaron en Quito en 2016 y en Punta Cana en 2017, y su canciller no asistió a la Segunda Reunión Ministerial del Foro China-Celac, realizada en enero de este año en Chile. Tal situación representa una enorme pérdida de oportunidades para el protagonismo de nuestro país en el plano regional e internacional.

Cabe ser destacado que -al igual que China- la Unión Europea ha impulsado la articulación con América Latina y el Caribe a través de la Celac. Desde el Gobierno argentino se replica con la Unión Europea una actitud similar a la descripta sobre la relación con China. En lugar de hacer valer el peso de la región, la gestión de Macri actúa devaluando su importancia. Lo ha hecho al minusvalorar a la Celac y al decidir un incomprensible e injustificado abandono de la Unasur. Y, lo que es peor, sostiene la misma actitud cuando apura la firma de un Tratado de Libre Comercio entre el Mercosur y la Unión Europea desde una posición de claudicación de la defensa de la producción y el trabajo nacional, con consecuencias negativas aún no dimensionadas.

El desaprovechamiento de la palanca regional no implica la imposibilidad de mantener esquemas bilaterales con China, pero no tengo dudas de que ese no es el contexto más conveniente para hacer valer nuestros intereses.

La segunda reflexión que considero destacable tiene que ver con el poder de atracción de la atención regional que actualmente ejerce China. ¿Cuál es la razón por la que fuerzas políticas del más amplio arco que va de la izquierda a la derecha regional se sienten convocadas por el Partido Comunista Chino a un foro como el realizado en estos días? Para dimensionar cabalmente la pregunta que formulo debe tenerse en cuenta que no solo la delegación argentina fue plural. Para dar un ejemplo adicional, por Chile participaron desde las declaradamente derechistas Renovación Nacional y UDI hasta la Democracia Cristina y el PC chileno. No tengo una respuesta definitiva a la pregunta, pero tiendo a pensar que -además del reconocimiento del determinante rol económico de la República Popular China en el mundo actual- hay una enorme eficacia del ejercicio del poder blando (soft power) de la diplomacia china en nuestra región. La acción de seducción, que apela no solo a la economía sino también a la política y la cultura, parece rendirles significativos frutos a los chinos. Es que la reforma y la apertura que Xi Jinping propone profundizar se verifica tanto en los discursos como en los hechos.

Al conocer China, al visitante le queda bien claro que se trata de un país que es y se percibe como uno de los polos del poder mundial. Es una tarea pendiente para latinoamericanos y caribeños empezar a asumir la posibilidad y –por qué no– el destino de ser otro polo de un cada vez más necesario sistema multipolar capaz de armonizar las relaciones entre los países y las regiones. Para que esto ocurra, Argentina tiene que asumir definitivamente que sin una fuerte integración regional perderemos esa oportunidad, además de cerrarnos al mundo.

El papel de nuestro país puede ser determinante para que esa posibilidad y ese destino se hagan realidad. De cara al 2019, resulta imprescindible incorporar en el debate político y electoral esta trascendental dimensión de nuestro presente y futuro.


(*) Diputado nacional del FpV-PJ. Vicepresidente de la Comisión de Relaciones Exteriores y Culto de la H. Cámara de Diputados de la Nación.

fuente: https://www.pagina12.com.ar/120376-del-desinteres-a-la-oportunidad

martes, 5 de junio de 2018

Elecciones en México


La tercera oportunidad de Andrés Manuel López Obrador
El candidato de izquierda, al frente de la coalición Juntos Haremos Historia, está cerca de llegar a la presidencia de México. Es un líder con vocación social, pero un político también pragmático, contradictorio y tenaz. Si resulta victorioso, AMLO revelará si es el presidente del cambio o el caudillo que muchos mexicanos temen.
Por GUILLERMO OSORNO(*) – 3 de junio de 2018.
CIUDAD DE MÉXICO — En una cantina de moda en Ciudad de México, la coordinadora de campaña del candidato del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), Tatiana Clouthier, encantaba a la audiencia joven y de clase media con su estilo franco y desenfadado. Clouthier le ha dado una cara fresca al modo más bien tosco y jactancioso de su jefe, Andrés Manuel López Obrador, el aspirante con mayores posibilidades de ganar las elecciones presidenciales en México. Hija de un excandidato a la presidencia, es parte de una familia de empresarios, también es integrante de la élite de la ciudad de Monterrey, uno de los centros industriales más ricos del país. Esa noche, hace unas semanas, contaba que después de acercarse a López Obrador, mejor conocido como AMLO, y romper con el Partido Acción Nacional (PAN), se había dado a la tarea de hacer proselitismo a su favor entre la élite del norte del país y más tarde se convirtió en la coordinadora de la campaña.
Días después de la reunión, el periódico El Financiero publicó una encuesta que le daba una ventaja de veinte puntos a López Obrador en las preferencias electorales. No era la primera vez que AMLO aparecía de puntero. Lo revelador de la encuesta era que el candidato había conseguido crecer la intención de voto precisamente entre los electores del norte, que normalmente optan por el Partido Revolucionario Institucional (PRI), de centro, o el PAN, a la derecha.
A un mes de las elecciones, la llegada de López Obrador a la presidencia parece inevitable. Las circunstancias lo favorecen de tal manera que parece que su gran problema será el tamaño de su éxito. La encuesta del despacho de opinión pública Parametría lo coloca con el 54 por ciento de la preferencia efectiva y otras mediciones recientes, como la de Consulta Mitofsky, sugieren que su coalición, Juntos Haremos Historia, se llevará también el Congreso. México podría estar a las puertas de un replanteamiento de su mapa político comparable con el ascenso de Margaret Thatcher o Ronald Reagan en sus respectivos países, o con la llegada de Carlos Salinas de Gortari; personalidades que realinearon las alianzas políticas y las prioridades nacionales, con un entorno internacional también cambiante.
AMLO es una ave rara en la política mexicana, tiene un largo recorrido como líder social. Comenzó su carrera como delegado del Instituto Nacional Indigenista de Tabasco. Luego coordinó la campaña del gobernador priista Enrique González Pedrero, quien tras ganar lo nombró líder del PRI local. Salió expulsado del partido por tratar de democratizar las bases. En 1988 se unió al movimiento político contra la candidatura de Carlos Salinas de Gortari, que desembocó en la fundación del Partido de la Revolución Democrática (PRD). Fue el presidente del nuevo partido en Tabasco y ganó notoriedad nacional al encabezar numerosas marchas contra los fraudes electorales en su estado.
Más tarde, López Obrador presidió el PRD. Con él al frente el partido ganó varias gubernaturas, escaños en el Senado y la Cámara de Diputados, y llevó a Cuauhtémoc Cárdenas a la jefatura de gobierno de Ciudad de México, entonces Distrito Federal.
En el año 2000, como resultado del mismo proceso electoral que terminó con setenta años de hegemonía del PRI, López Obrador ganó las elecciones para jefe de gobierno de la capital del país. Ese fue un periodo muy importante en la historia política de López Obrador porque logró poner en práctica algunas de sus ideas más cercanas: disciplina financiera y política de austeridad que le permitieron echar a andar una política social amplia, cuyo programa más famoso son las transferencias monetarias a los adultos mayores.



En abril de 2005, cientos de personas salieron a apoyar al entonces jefe de gobierno de la capital mexicana, Andrés Manuel López Obrador, después de un intento de desafuero. CreditReuters/Daniel Aguilar

En 2003 se había convertido en el político más popular del país, con unos niveles de aprobación de alrededor del 80 por ciento. El presidente Vicente Fox trató de descarrilarlo al promover un juicio de desafuero contra él, pero la treta resultó burda y terminó fortaleciendo al jefe de gobierno. Cientos de miles de personas salieron a las calles en su favor para cuestionar el proceso. Su carrera a la presidencia en las elecciones de 2006 parecía indetenible.
El estilo político de López Obrador contrasta con el perfil tecnocrático de José Antonio Meade y Ricardo Anaya, los candidatos del PRI y el PAN: conecta bien con su electorado, que no solo está en las clases populares, sino también entre los jóvenes y los sectores más educados de la sociedad, y tiene una gran capacidad de dominar la conversación pública.
AMLO defiende algunos valores de la izquierda, como la preocupación por la desigualdad y la pobreza y la convicción de que es necesaria una mayor presencia del Estado en la economía para fortalecer el mercado interno. También cree en la austeridad de la burocracia y la probidad de los políticos; él mismo se presenta como una encarnación de ambas virtudes. Es un cristiano al que no le preocupa especialmente la política de género, como los derechos reproductivos o de las minorías sexuales. Es un nacionalista, descree de las fórmulas políticas y económicas impuestas desde fuera y piensa que las soluciones están en la historia de México, lo que también lo convierte en un mitógrafo audaz. Como muchos otros populistas, dice tener una conexión directa con el pueblo y en varias ocasiones ha usado su capacidad de movilización como su mejor argumento.
Esta es la tercera vez que López Obrador se postula a la presidencia. En 2006, también iba a la cabeza de las preferencias, pero cometió errores y fue objeto de una campaña que lo mostraba como un peligro para México. La comparación con el difunto líder venezolano Hugo Chávez hizo efecto y López Obrador perdió por un estrecho margen.
Cuestionó el resultado electoral y acusó a las élites políticas y económicas de haberse coludido en su contra. Durante varias semanas montó protestas que paralizaron parte de Ciudad de México y se proclamó presidente legítimo. La jugada consumió buena parte de su capital político: fue percibido como un líder caprichoso e irrespetuoso de las formas democráticas. Pero, con una tenacidad singular en México, ha reconstruido su camino hacia la silla presidencial.
En 2012, luego de la derrota frente a Enrique Peña Nieto, el fotogénico candidato del PRI, López Obrador abandonó el PRD para formar Morena, que en menos de tres años se convirtió en la alternativa al histórico PRI y al PAN.
Para ampliar su coalición política y asegurar los votos que lo lleven a la victoria, López Obrador ha pactado con numerosos actores políticos: líderes sindicales corruptos, representantes de la extrema derecha y figuras recién llegadas a la política. Por ejemplo, el candidato de Morena para la gubernatura de Morelos, en coalición con el Partido Encuentro Social (PES), es Cuauhtémoc Blanco, un exfutbolista oportunista y cínico, quien también encabeza las encuestas en su estado.
El PES, que espera quedarse con por lo menos cincuenta diputados en la cámara y decenas de alcaldías, es un partido evangélico que se opone a la legalización del aborto y el matrimonio igualitario, dos banderas de la izquierda en el resto del mundo. Se trata de una alianza pragmática, como las que hicieron Dilma Rousseff y Lula da Silva, que les dieron votos, pero también sirvieron para abrir la puerta a estos movimientos confesionales.
Además de su pragmatismo, esta vez lo ayuda que la impopularidad del gobierno actual es enorme: el hartazgo de la sociedad mexicana con la corrupción, el estancamiento económico y la escalada de la violencia criminal en el sexenio de Peña Nieto hacen que López Obrador sea visto como la única alternativa de cambio.



Durante el registro de su candidatura, el 16 de marzo de 2018, Andrés Manuel López Obrador dio un discurso al pie de una estatua de Benito Juárez, frente al Instituto Nacional Electoral.CreditAlfredo Estrella/Agence France-Presse — Getty Images

El PAN y el PRI tampoco se aliarán esta vez para enfrentarlo.
Así que, después de dieciocho años de prepararse para este momento, Andrés Manuel López Obrador se encuentra frente a una oportunidad histórica. Ha dicho que su llegada a la presidencia prepara una cuarta revolución en la historia de México; desde su punto de vista las tres revoluciones anteriores fueron la Independencia, las reformas liberales del siglo XIX y la Revolución mexicana. Esta cuarta revolución promete un gobierno nacionalista, austero y que combata la corrupción y la desigualdad. También busca impulsar una serie de enmiendas constitucionales para modificar la reforma energética, eliminar el fuero de los funcionarios públicos e introducir mecanismos de democracia directa, como el referéndum para revocar el mandato del presidente cada tres años. López Obrador es el único mexicano que se compara con héroes de la historia política mexicana como Benito Juárez, Francisco I. Madero y Lázaro Cárdenas, que es como decir que encarna a Washington, Lincoln y Eisenhower.
Muchos mexicanos deseamos sinceramente un cambio, creemos que el país no puede soportar más desigualdad, corrupción y violencia. Pero también tenemos dudas legítimas sobre la soberbia de AMLO, su elevada concepción de sí mismo como autoridad moral, su entendimiento de los problemas complejos y las alianzas que ha trabado para asegurarse la presidencia.
En estas elecciones López Obrador ha intentado presentar una cara más moderada para ganarse al sector empresarial. Nombró como coordinador del programa de gobierno a Alfonso Romo, un conocido empresario de Monterrey, y presentó hace unos meses a quienes serán los miembros de su gabinete, un grupo plural, con una estricta igualdad de género (ocho hombres y ocho mujeres) donde se encuentran representantes de sectores empresariales, líderes sociales y un equipo económico con posgrados en el extranjero.
Ese equipo promete una política fiscal responsable, el control de la deuda externa —que en 2017 alcanzó un nuevo récord— así como ahorros en el gasto corriente —recortarán un tercio de los puestos de la alta burocracia del país—. Esta fórmula, que implantó en Ciudad de México, contradice la leyenda negra que lo compara con los gobiernos de izquierda en América Latina que han endeudado a sus países hasta el punto del colapso.



Un hombre remueve una publicidad que muestra a Andrés Manuel López Obrador junto a Hugo Chávez de Venezuela, Juan Perón de Argentina y Luiz Inácio Lula da Silva de Brasil. CreditGinnette Riquelme/Reuters

Una preocupación añadida en estas elecciones es cómo enfrentará el próximo gobierno a un bully en la Casa Blanca, defender al mismo tiempo a los connacionales que han emigrado a Estados Unidos y continuar una relación económica vital para México. El candidato y su equipo han declarado que apoyan el Tratado de Libre Comercio de América del Norte y que si la renegociación sigue cuando lleguen al gobierno, continuarán trabajando desde las bases del equipo anterior, pero tratando con los gobernadores de los estados del vecino del norte que tienen más intercambio comercial con México.
Durante el segundo debate presidencial, el 20 de mayo, que trató sobre asuntos exteriores y la relación con Estados Unidos, López Obrador repitió que la mejor política exterior es la política interior. Esto significa que prefiere concentrarse en la solución de los numerosos problemas que aquejan al país antes que tratar de intervenir en los problemas regionales. Pero también expresa la fe en que la relación con la Casa Blanca será automáticamente más respetuosa simplemente porque él y su gobierno tendrían mayor autoridad moral que el corrupto gobierno de Peña Nieto.
Presentarse a sí mismo como autoridad moral le consigue muchos apoyos, pero también le impone límites a su esfuerzo de moderación y lo pone en contradicción con algunas de sus alianzas más pragmáticas.
Hace poco, el sector empresarial lo confrontó por su insistencia en cancelar la construcción del nuevo aeropuerto de Ciudad de México, estimada en 13.300 millones de dólares. López Obrador empujó la idea de que era un proyecto costoso, que ha generado corrupción y dijo que tenía una solución más económica. Aunque luego dijo que cancelar la obra no era una decisión final, su postura desató una ola de acusaciones entre él y las organizaciones empresariales. Con un tono familiar de superioridad moral, el candidato ha dicho que ciertos empresarios forman una “mafia en el poder” y se sienten “los dueños de México”. Ellos han publicado desplegados en los periódicos protestando por el trato y algunos capitanes de industria han comenzado campañas públicas y abiertas para que la gente no vote por él.



Andrés Manuel López Obrador en un evento de su campaña en Tantoyuca, Veracruz, el 10 de mayo de 2018CreditOficina de prensa de la coalición Juntos Haremos Historia/EPA, vía Shutterstock

Recientemente, AMLO retomó la senda de la moderación. Una de las principales cadenas de televisión lo visitó en su casa y lo presentó como un hombre austero, cristiano y con una esposa inteligente y encantadora, lo cual demuestra que esta vez ni siquiera las élites están de acuerdo sobre su radicalismo ni los medios más poderosos, como Televisa y Tv Azteca, se le oponen.
Si atendemos a su paso por Ciudad de México, es probable que como presidente mantenga una política fiscal responsable, intente una gestión austera, combata la corrupción y amplíe la política social, pero también que movilice a sus bases para combatir a sus enemigos, divida al mundo en buenos y malos y eche mano de estrategias de consulta popular directa para saltar trabas legales.
Si gana la presidencia, y también la mayoría en el Congreso, acelerará las enmiendas constitucionales. Su éxito revive el dilema que asusta a tantos mexicanos: si López Obrador será el presidente del cambio o el caudillo de la cuarta revolución mexicana.


(*) Guillermo Osorno es periodista y escritor mexicano. Es fundador y director de la revista digital Horizontal.mx.

fuente: https://www.nytimes.com/es/2018/06/03/lopez-obrador-osorno-elecciones-mexico/?smid=fb-share-es

Una sede de los EE.UU. en la Patagonia


La base está (y es de EE.UU.)
Por EMILIANO GUIDO4 de junio de 2018

El Comando Sur estadounidense instalará un Comité Operativo de Emergencia (COE) cerca del aeropuerto de Neuquén capital. Se trata de un hub logístico supuestamente para ofrecer ayuda en eventos naturales catastróficos. La sede de 600 metros cuadrados incluirá un helipuerto. El gobierno patagónico aduce que no cede soberanía. Sin embargo, el COE neuquino se inscribe en la nueva estrategia de intervención extraterritorial de Washington. Los EE.UU. ya no buscan hacer pie en otros países con bases militares tradicionales, sino estableciendo pequeños puntos de apoyo, que incluso pueden estar desactivos o montados con propósitos nobles y humanitarios, para actuar en cualquier momento, cuando el Pentágono lo crea conveniente.
Los técnicos estadounidenses llegaron en un avión del gobierno de EEUU. Foto: Twitter
Las inversiones no llegan, los marines sí. El Comando Sur estadounidense instalará, con la venia del gobierno neuquino, una base de operaciones en “ayuda humanitaria” a pocos más de cuatro kilómetros del corazón urbano de la capital patagónica, muy cerca del aeropuerto local. El denominado Comité Operativo de Emergencia (COE) será un edificio plano, con helipuerto, que tendrá capacidad de albergar a cientos de evacuados en caso de precipitarse un evento natural catastrófico. Los dos millones de dólares del presupuesto de obra serán abonados íntegramente por la unidad de mando que coordina las maniobras del Pentágono en el arco latinoamericano, el ya mencionado Comando Sur. Todo bajo la fiscalización y control de la embajada de EE.UU. en Argentina.
Los técnicos estadounidenses llegaron en un avión del gobierno de EEUU. Foto: Twitter
La Gobernación de Neuquén no oficializó otro tipo de información y presenta el acuerdo como un inocuo entendimiento acto de cooperación en el ámbito civil. Sin embargo, el COE neuquino, al igual que hubs logísticos similares emplazados en países vecinos, o cercanos, como Paraguay, Chile, y fundamentalmente Perú, son piezas orgánicas ajustadas a las nuevas tesis intervencionistas de Estados Unidos.
“La creación de bases de EE.UU. en todo el planeta está aumentando gracias a una nueva generación de unidades que los militares gringos llaman nenúfares (por esa pequeña maleza acuática que le garantiza a los animales anfibios desplazarse de un punto a otro sin tocar el agua). Son pequeñas instalaciones secretas e inaccesibles con una cantidad restringida de soldados, comodidades limitadas, y armamento y suministros previamente asegurados. En todo el mundo, de Yibuti a las selvas de Honduras, de los desiertos de Mauritania a las pequeñas Islas Cocos de Australia, el Pentágono ha estado buscando tantos nenúfares como puede, en tantos países como puede, lo más rápido posible”, advierte David Vine en su libro “Base Nation”. Recapitulando, los marines de los mandarines pueden agregar a Neuquén como su nuevo “nenúfar”.
Nanci Parrilli, diputada provincial neuquina por el bloque Unidad Ciudadana, advierte a Nuestras Voces que: “Nos enteramos del acuerdo por los medios de comunicación. El gobierno no compartió ningún tipo de información oficial al respecto. Por ese motivo, junto a otros bloques parlamentarios de la oposición, elevamos un pedido de informes dentro de Legislatura. La cesión territorial a Estados Unidos para que construya una supuesta base de ayuda humanitaria nos preocupa tanto como el enorme contingente de 300 gendarmes enviado por el gobierno nacional a nuestra provincia. Supuestamente, los gendarmes se instalarán en la ciudad de Añelo, próxima al yacimiento de Vaca Muerta. Evidentemente, los poderosos recursos naturales de Neuquén, porque somos una jurisdicción rica en petróleo y también en agua gracias a nuestros caudalosos ríos, llaman la atención de las potencias”.
La legisladora provincial comparte con Nuestras Voces un dato interesante: el último desastre de origen natural ocurrido en la capital neuquina se dio hace cuatro años. Se trató de un evento pluvial fuerte e imprevisto. Las autoridades públicas respondieron a la emergencia con recursos propios. ¿Es necesario ceder soberanía territorial por el sólo hecho de dar techo y comida provisorios a la población afectada por una inundación? El Comando Sur, quizás, no localice, en un principio, personal propio en el COE neuquino. Pero, de forma lenta, casi imperceptible, EE.UU. irá logrando una ocupación del territorio. Eso garantizará futuros ejercicios conjuntos, el trato personal y afable con colegas argentinos, la incorporación de datos geográficos y en biodiversidad de un territorio portentoso en recursos naturales. No se trata de una especulación conspirativa. La experiencia indica que ese es el nuevo lento camino del intervencionismo estadounidense en el Cono Sur. Puro gradualismo.
“La base de operaciones se construirá cerca del aeropuerto. Tengamos en cuenta que la conexión aérea de la capital provincial está próxima al centro de la ciudad, a unos cuatro kilómetros. El COE de los Estados Unidos estará contiguo a barrios bastante poblados. Tenemos muchas dudas y el gobierno no hace nada por esclarecerlas. Desconocemos cuál será el margen de autonomía de nuestra Defensa Civil una vez construida la base de los EE.UU., y tampoco está claro cuál será el status jurídico de acción conjunta humanitaria, menos sabemos cuáles son las condiciones que asume la provincia como contraparte del acuerdo. Porque, a ver, la ciudad no está localizada en un territorio expuesto con regularidad a eventos naturales catastróficos. En todo caso, las contingencias naturales de gran porte, como las lluvias torrenciales del 2014, podemos afrontarlas con los recursos públicos propios”, enfatiza Parrilli a Nuestras Voces.
Cecilia Rodríguez, ex ministra de Seguridad, estuvo a cargo en el ministerio de Defensa de una Secretaría que, precisamente, coordinaba la cooperación logística militar para ayudar a municipios y provincias a contener a la población civil afectada por un severo aguacero, un tremendo alud, u otro tipo de emergencia. “Durante mi paso por Defensa, tanto el agregado de la embajada estadounidense como la propia embajadora nos planteaba a mí o al ministro (Agustín) Rossi las enormes facilidades que podía abrirnos un intercambio cooperativo en el capítulo de la emergencia. Tanto en equipamiento como capacitación. Pero, nosotros interpretábamos ese ofrecimiento como una manera elegante de encubrir una operación de otro tipo. Durante nuestro gobierno la Argentina no recibía ayuda humanitaria porque considerábamos que no teníamos un déficit en la materia. Cuando padecimos eventos climáticos no típicos, como aludes o inundaciones extremos, pudimos desde la articulación pública del Estado dar una respuesta de asistencia a la población. La intervención ministerial podía prevenir de Salud, Seguridad o Desarrollo Social y, eventualmente, de Educación por sí necesitamos ampliar el albergue para las personas desplazadas”, detalla Rodríguez a Nuestras Voces.
Paola Gallo Peláez integra la mesa directiva de Mopassol (Movimiento por la paz, la soberanía y la solidaridad entre los pueblos). Especialista en temas de defensa, Gallo Peláez reitera a Nuestras Voces el cambio doctrinario que se viene manifestando en la narrativa del Comando Sur.  “Sí observamos cómo ha cambiado la dinámica de ocupación de territorios por parte del Comando Sur, fundamentalmente después de la Guerra Fría, podemos ver que ellos han volcado su estrategia hacia el diseño de unas bases más pequeñas y dúctiles. El Pentágono enmascara dichas unidades con un supuesto propósito de ayuda humanitaria o de atención civil en emergencias de origen natural. Sin embargo, en su interior, dichas bases alojan soldados capacitados para misiones múltiples: tanto para empuñar una jeringa como un fusil”, apunta la referente de Mopassol.
Por último, Gallo Peláez advierte que: “Uno de los objetivos principales de la COE es poder contar con un contacto permanente con la población civil y, en consecuencia, realizar un exhaustivo mapa del territorio en cuestión. Con respecto a la seguridad hemisférica, EE.UU. considera que las nuevas amenazas son el terrorismo, el narcotráfico, la corrupción y también los desastres de origen natural. Por eso, ahora, podemos ver una escalada de esa tesis dentro de la literatura del Pentágono para justificar sus despliegues. Desde el 2009 viene creciendo sostenidamente la instalación de bases estadounidenses en el Cono Sur”.

“Están desapareciendo los días en los que Ramstein era la base simbólica de Estados Unidos, un coloso del tamaño de una ciudad repleto de miles o decenas de miles de estadounidenses, supermercados, Pizza Huts y otras comodidades”, reitera el profesor David Vine. Están desapareciendo esos días, pero emergen otros, con el sol iluminando, por ejemplo, los contornos del COE neuquino.

fuente: http://www.nuestrasvoces.com.ar/investigaciones/la-base-esta-y-es-de-ee-uu/

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